Poner el conocimiento en manos de la inmensa mayoría

¡Estudia lo elemental! Para aquellos

cuya hora ha llegado

no es nunca demasiado tarde (…)

¡Estudia, hombre en el asilo!

¡Estudia, hombre en la cárcel!

¡Estudia, mujer en la cocina!

¡Estudia, sexagenario!

Estás llamado a ser un dirigente”.

(Bertold Brecht)

Ahondar en los fustes del marxismo

Reproducimos estos versos del poeta y dramaturgo comunista Bertold Brecht en el primer número de “Herramientas para el Congreso”, porque expresan la posición de principios revolucionaria desde donde abordamos el trabajo de actualización de la línea de Unificación Comunista de España que desembocará en nuestro III Congreso.

Todas las clases dominantes, y la burguesía no es una excepción, secuestran el conocimiento para reducir su acceso únicamente a una pequeña élite. El proletariado, como clase revolucionaria, necesita que una inmensa mayoría pueda empuñar las armas del saber para poder transformar la realidad.

Podíamos haber formado varias comisiones reducidas, integradas por los camaradas con más experiencia y mayores conocimientos del marxismo, para encomendarles la tarea de presentar la actualizacion de la línea.

Pero ese camino habría subvertido la naturaleza de este periodo precongresual, limitando la participación democrática y consciente de la amplia mayoría.

Por eso hemos organizado un ciclo de Escuelas de Marxismo, para permitir que, a través del estudio, todos dispongamos de los mismos conocimientos, y por tanto todos podamos participar en igualdad de condiciones y con la misma capacidad de decisión.

Todos los ataques contra el marxismo se centran siempre en negar su carácter científico. Y no es casual. Al hacerlo se persigue el objetivo de borrar los objetivos revolucionarios que establece.

Y después de la primera Escuela de Marxismo nos hemos radicalizado en la justeza de esta orientación. Estableciendo que “para poder correr más deprisa debemos andar más despacio”.

Partiendo de la valoración de la primera Escuela de Marxismo, y de las demandas de buena parte de los asistentes, cambiamos drásticamente el orden de temario de las siguientes Escuelas.

Ahondando en los fustes principales del marxismo, para que sean patrimonio colectivo de todos los asistentes.

Por eso hemos dedicado toda una Escuela a la ciencia, y en la próxima estudiaremos la filosofía. Completando así la comprensión del marxismo como la ideología -comunista- la ciencia -el materialismo histórico- y la filosofía -el materialismo dialéctico- del proletariado.

Para después, en otras dos Escuelas, abordar los puntos fuertes del leninismo frente a la socialdemocracia y del pensamiento Mao Tse Tung frente al revisionismo contemporáneo.

Esta publicación es un valioso resultado de este orientación revolucionaria. En su redacción participan casi treinta camaradas, tanto estudiantes como obreros, tanto cuadros de larga trayectoria como militantes jóvenes, tanto intelectuales como pensionistas o parados…

Porque el conocimiento debe ser patrimonio de la inmensa mayoría. Y transformar la sociedad no puede ser obra de un “pequeño circulo”, sino que exige la participación consciente y soberana de todos.

Federico García Lorca, nuestro poeta más universal y revolucionario, lo expresó de forma hermosa y profunda: “No sólo de pan vive el hombre. (…) Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social”.

Una ciencia para transformar el mundo

Las ideas dominantes en la izquierda nos dicen que es imposible desarrollar una “ciencia social” en un mundo “tan complejo y cambiante como el actual”. Y acusan al marxismo de “dogmático” y “arrogante” por pretender construir un “socialismo científico”.

También Einstein fue acusado de “dogmático”. En esta segunda Escuela nos hemos sorprendido al comprobar como Einstein dio un combate filosófico, desde el materialismo, a las concepciones idealistas dominantes que es sorprendente similar al que en esos mismos años daba Lenin contra el empirismo que sostenía el reformismo de la socialdemocracia.

Todos los ataques contra el marxismo se centran siempre en negar su carácter científico. Y no es casual. Lenin establece que “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”, concluyendo que “sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que se han consumido hasta hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo”. Desvelando como la plusvalía, la explotación de la fuerza de trabajo, era el origen de toda la inmensa riqueza de los capitalistas.

Al negar al marxismo su carácter científico, y reducirlo a un simple método donde puedes coger una parte y despreciar otra, se persigue el objetivo de borrar los objetivos revolucionarios que establece.

La ciencia es revolucionaria, permite comprender y transformar la realidad. Por eso el proletariado, como clase revolucionaria, necesita desarrollar una ciencia de la historia, el materialismo histórico. Y por ello la burguesía exige negarlo: la sociedad no se puede conocer, porque sobre todo no se debe transformar.

Al negar la posibilidad siquiera de pensar en una “ciencia social”, las ideas dominantes hoy entre muchos revolucionarios nos proponen una regresión histórica. Comparable a si un físico propusiera no ya olvidarse de Einstein sino también renunciar a Newton, retornando a la ignorancia de considerar a la Tierra el centro del universo.

La burguesía sí puede empuñar las tesis científicas que Einstein estableció hace cien años para poder hoy confirmar la existencia de ondas gravitacionales. Pero quieren que los pueblos enterremos las herramientas que nos proporciona la ciencia del marxismo, para así impedir que nos rebelemos ante su dominio.

Esta segunda Escuela de Marxismo abordamos esta cuestión

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