Carta de presentación del primer Foros21

La conquista de la cultura

Bajo el fenómeno que se ha venido a denominar globalización asistimos a un cambio cultural gigantesco y contradictorio. Nunca antes las formas de pensamiento y actividades culturales habían disfrutado de posibilidades de difusión tan amplias. Sin embargo, las nuevas vías abiertas no han devenido en enriquecimiento sino más bien en un acelerado y preocupante proceso de simplificación y uniformización. El fantasma de un nuevo totalitarismo se cierne arropado por un pensamiento supuestamente único

Los Ateneos XXI nacieron como repuesta social a estos nuevos retos, partiendo de la necesidad de conquistar espacios abiertos a la reflexión y la actividad independiente. Devolviendo a la cultura y el pensamiento un papel, más que perdido, hurtado.

Desde la misma infancia de la humanidad, las transformaciones prácticas han avanzado tras la brecha abierta por nuevas ideas, nuevas concepciones y sensibilidades. La nueva sociedad surgida de los burgos, cuyas bases esenciales siguen rigiendo nuestra vida, no hubiera sido posible sin la demolición de unos dogmas feudales que cercenaban la posibilidad, no ya de caminar, sino siquiera de pensar en otro rumbo, hacia otro mundo.

Lorca nos abre en sus obras el grito ancestral, «que la tierra dé sus frutos para todos», pero al mismo tiempo denuncia «el universo de peces atados a un punto sin conciencia». Ésta es la batalla que se dibuja en la cultura, autopista principal por la cual circulan, subterráneamente, el conjunto de valores desde los que se edifica toda una concepción del mundo. Un mismo camino que se bifurca permanentemente en dos senderos antagónicos: cuerdas que anudan a una sinrazón sin rumbo, o puertas abiertas hacia la más completa libertad. Todos los ríos caudalosos del arte se han nutrido del alegato que, ya desde el principio, Antígona elevó contra los mismos fundamentos del poder de Creonte.

Pero los estrechos límites impuestos, de manera cada vez más dominante, a las actividades culturales las convierten en una mercancía más, en un objeto de consumo rápido y perecedero, que culminan en la aceptación acrítica de la realidad, en la reproducción permanente de las relaciones que valoran a las personas y las cosas por el mero interés contante del beneficio.

Recuperar la cultura como instrumento de libertad y no de castración de la conciencia. La aún corta vida de los Ateneos nos ofrece un generoso contrapunto. Donde sólo se difunde una pretendida crisis del pensamiento crítico, aparece una catarata de personajes y movimientos que sólo conciben su actividad desde la capacidad de cuestionar. Donde se pretende imponer el troquelamiento uniforme, se desborda un amplio abanico de sensibilidades, una riqueza inclasificable y difícilmente moldeable por los patrones dominantes. La respuesta de los ya varios miles de socios nos confirma la energía semienterrada que, ante la mínima grieta, exige otro rumbo, otro horizonte donde poder expresar lo que verdaderamente importa pero pocas veces dispone de cauces adecuados.

Foros21 pretende reflejar e impulsar esta otra realidad, enfrentada diariamente a la concentración alcanzada por los medios de comunicación y opinión, y su capacidad para generar una imagen virtual. Su consciente nombre alude a la voluntad de construir una plataforma cultural abierta. Un foro plural que pueda ser cauce de difusión y desarrollo de los diferentes pensamientos hoy vivos pero apartados de los canales principales de difusión. Un ámbito de libertad, diversidad y debate, que históricamente ha sido el verdadero motor de la cultura, donde conocer e intercambiar ideas y generar iniciativas. Arrancar diariamente espacios donde, desde la defensa de la independencia, se pueda pensar y expresarse sin los condicionantes que habitualmente impuestos.

Ésta es la voluntad que anima nuestra revista, como hace años constituyó la savia de los Ateneos XXI. Una batalla por la conquista de la cultura, que es en realidad por la libertad, por la capacidad de decidir sobre los fundamentos últimos del mundo en que vivimos. La aspiración que ha dirigido la milenaria capacidad creativa del hombre.

No sólo animamos a todos los socios a participar en ella. Estos papeles serán letras muertas sin vuestra palabra, sin vuestra actividad. La cultura no puede ser propiedad de un restringido número de sacerdotes. Debe estar, por definición, en manos de muchos, en manos de todos, tal y como afirmó Antonio López en uno de los actos: «Hemos de reconocer que somos una minucia comparados con el arte antiguo. Entonces el arte no lo hacía un hombre, sino todo un pueblo. ¿Y quién puede competir con esto?».