REFUGIADOS, ¡BIENVENIDOS!

La acogida del Aquarius conecta con el sentir general, con la inmensa ola de solidaridad que llega desde cada rincón de nuestra geografía.

Los 629 náufragos del Aquarius, rescatados de una muerte segura en el Mediterráneo por los heroicos activistas de Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranée, desembarcan hoy en el Puerto de Valencia para ser acogidos en España.

Es fruto de una de las primeras decisiones del nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez después de que el Gobierno de Italia, cuya cartera de interior la ocupa el ultraderechista y xenófobo Matteo Salvini, les cerrara las puertas, dejándolos atrapados en el mar.

La abrumadora mayoría de la población española, millones de personas demócratas, progresistas o simplemente de buena voluntad, celebran con emoción este gesto de humanidad. Desde estas páginas no podemos sino aplaudir y felicitar la rapidez con la que el nuevo Gobierno de España y la Comunitat Valenciana tomaron una decisión de la que dependía la vida de 629 seres humanos, entre ellos 123 niños, algunos nacidos durante la terrible travesía.

La decisión conecta con el sentir general, con la inmensa ola de solidaridad que llega desde cada rincón de nuestra geografía. Varias comunidades autónomas -Valencia, Madrid, Cataluña, Baleares, Extremadura, Euskadi, Cantabria, Aragón..- y más de 200 municipios de todo el país han comunicado su disponibilidad de acoger a las familias de refugiados. Y detrás de ellos miles y miles de particulares y empresas, que colapsan la centralita de Cruz Roja española ofreciendo su ayuda o sus recursos ante la llegada del Aquarius. Un maremoto de humanidad que confirma, una vez más, que España es tierra de acogida.

Pero además, desde el punto de vista político, la acogida del Aquarius -que cuenta con el respaldo mayoritario del arco parlamentario- es toda una declaración hacia la UE. La decisión de España de hacer frente a la ignominiosa insolidaridad de Salvini haciéndose inmediatamente cargo de los náufragos ha colocado de nuevo a nuestro país como un referente de la política europea. Diversos organismos internacionales y personalidades -desde ACNUR a la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú- han felicitado a España por su humanitario gesto.

Con la orden de dar atraque al Aquarius, el nuevo Gobierno ha dejado claro que la política de acogida debe ser una prioridad de todos los Estados miembros. La acogida de los 629 náufragos “solo es una parte de la parte que nos tocaba. Ni más ni menos”, ha dicho el nuevo ministro de Exteriores, Josep Borrell, en referencia a la cuota de 17.400 refugiados que España acordó acoger y de la cual el Gobierno de Rajoy se ha desentendido durante años, formalizando apenas un 13% de las demandas. La decisión sobre el Aquarius es un “acto simbólico, efectivo, que pretende poner de relieve frente al próximo Consejo europeo la necesidad de que, de una vez por todas, nos enfrentemos de una forma común y coordinada a un problema que es de todos”, ha sentenciado Borrell.

La mayoría social progresista de nuestro país está lista para acoger. España, la cuarta economía de Europa, puede y debe cumplir sus compromisos humanitarios con los refugiados procedentes de los conflictos de África o de Oriente Medio. Hay sobrados recursos para ello si se redistribuye la riqueza y hay voluntad política.

Es una cuestión de humanidad, de deber internacionalista, pero también una cuestión de deuda histórica. Hace ahora 80 años éramos los españoles los que debíamos huir, por cientos de miles, de los horrores de la guerra y del franquismo. Está en nuestra mano dar una brillante lección a Europa y al mundo, y convertir a España en referente mundial de los derechos humanos y de solidaridad.

Mientras tanto, como millones de personas en nuestro país, celebremos este gesto y la llegada del Aquarius. ¡¡Bienvenidos refugiados!!

2 Respuestas a “REFUGIADOS, ¡BIENVENIDOS!”

  1. Sí, pero no confundamos a los refugiados que huyen de la guerra con los emigrantes que buscan una vida más próspera, porque por culpa de ese pensamiento estamos echando a la gente de a pie en brazos del fascismo.

    Salvini, Trump, Le Pen, Orbán, etc, no están ahí porque la gente se haya vuelto loca de repente, sino porque hemos inundado Europa de mano de obra barata y dócil que ha hecho que el adjetivo «mileurista» que hace 10 años era lamentable, hoy sea casi envidiable por muchísimos millones de españoles que ven cómo hoy día gana 200 o 300 euros menos al mes que hace unos años, y que tiene que escuchar de sus jefes que si no le gusta la situación ahí tiene la puerta, que hay 50 inmigrantes deseando ocupar su puesto.

    «La abrumadora mayoría de la población española, millones de personas demócratas, progresistas o simplemente de buena voluntad, celebran con emoción este gesto de humanidad»

    Eso sencillamente es mentira y el articulista lo sabe perfectamente. No hay más que hablar con el de la panadería, con el del kiosco, con el vecino o con el taxista para darse cuenta de que no es verdad en absoluto, que la mayoría de la clase obrera ha percibido este acto humanitario como una nueva «remesa» de «parásitos» que «vienen a por su paguita y su piso de acogida». Lo entrecomillado son palabra literales que me han dicho gente honrada, humilde, trabajadora y de buena voluntad que no ven la inmigración más que como una amenaza, incluso si estos inmigrantes son acogidos en España porque no se les puede dejar abandonados en el mar por culpa de la insolidaridad de otros países, especialmente los del norte, que mucho ir de solidarios pero los que nos «comemos el marrón» somos la Europa Latina.
    Y eso no es casual. La gente está ya tan harta de ver cómo una persona puede llegar a España, liarse a tener hijos, porque en su cultura la economía nunca ha sido un problema para tener descendencia, y empezar a recibir ayudas sociales por menores a cargo, puntos para la obtención de viviendas sociales, ayudas al alquiler -consultad el Boletín Oficial de la C. de Madrid, por ejemplo y leed las listas de «agraciados», nombres y números de documento de identidad. Luego, echad la cuenta de la proporción de extranjeros que se están llevando esas ayudas-, etc.
    Sé que decir esto es garantía para que a uno le etiqueten de racista y nazi o algo peor, pero no, es la realidad: el obrero autóctono se está viendo desplazado por el extranjero porque las leyes bonifican a los colectivos vulnerables, y ser inmigrante se considera motivo para tal consideración, y si encima se viene de una cultura en la que tener 3 hijos cobrando 800 €/mes es algo completamente normal, donde aceptar hacer horas extra gratis, donde no hacer huelga es lo habitual, pues apaga y vámonos.

    Jorge Verstrynge lo ha dicho sin pelos en la lengua: la inmigración masiva es competencia desleal hacia el obrero autóctono y además es una nueva «trata de negros» porque al trabajador ilegal se le explota sin ningún miramiento y se expulsa al trabajador legal para que sus puestos los ocupen estos ilegales que cobran menos, no protestan y trabajan las horas que se les diga sin decir ni mu sobre cobrar horas extra.

    Sí, refugiados bienvenidos, pero refugiados e inmigrantes no son lo mismo, y la izquierda española se debe en primer lugar al obrero español, y luego ya habrá tiempo para hacer de Quijotes y querer arreglar el mundo.

  2. Pero si los del Aquaris eran inmigrantes, no refugiados, en su mayoría. No caigáis en la trampa del gato por liebre, del inmigrante por refugiado. Que no es lo mismo huir de las bombas que están cayendo a lado de tu casa que simplemente buscan una vida mejor sin ser conscientes de los problemas que acarrean al obrero nativo. Es un insulto para los verdaderos refugiados.

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