La segunda transición

(Editorial del Arma del Pueblo. Enero de 1981)

En los primeros días del año se han producido, se están produciendo, dos auténticos terremotos en el panorama político español: el Congreso de l PSUC y el Congreso de UCD. Quien crea que se trata de sucesos normales en un régimen parlamentario, que simplemente ambos partidos están dirimiendo de forma burocrática y abierta las contradicciones lógicas dentro de cualquier fuerza política, y que por tanto “no hay porque dramatizar la situación”, está ciego. Lo que en uno y otro lugar se ha puesto en cuestión no son matices tácticos, querellas organizativas o rivalidades personales, lo que se ha puesto en cuestión, desde dos perspectivas diferentes, es el modelo político mismo sobre la que ha nacido y se ha consolidado el régimen monárquico. Lo que está en juego es la continuidad del sistema de relaciones, pactos y alianzas entre las distintas fuerzas políticas –PSOE, UCD, PCE, AP- que ha marcado todo el periodo que va desde la muerte de Franco hasta hoy, el periodo que se ha dado en llamar de la transición.

Final y principio

En el caso del PSUC las cosas han ido mucho más lejos de lo que los más audaces se atrevían a augurar. De un solo golpe se ha desechado la política de entendimiento con UCD y Gobierno de Concentración, que han cambiado las bases ideológicas, se ha defenestrado a todo el equipo dirigente anterior, se ha roto, en la práctica, el pacto con el PCE y, lo que es más decisivo, se ha modificado sustancialmente la actitud ante la URSS que de ser tratada como una potencia que merecía una severa crítica por la ocupación militar de Afganistán y una seria advertencia respecto a una posible intervención en Polonia pasa a ser considerada como un país socialista y hermano con el que hay que cerrar filas y defenderlo de las calumnias de la propaganda yanqui. El PSUC entró eurocomunista y en dos días ha salido “afganistizado”. Breznev ha pasado a completar su triángulo sobre Europa Occidental: Marchais, Cunhal y el nuevo PSUC; y Santiago Carrillo, que se dice buen nadador de fondo, tiene un notable agujero en el flotador.

En el caso de la UCD es también la línea de entendimiento-consenso con el PSOE y el PCE y las relaciones con la otra superpotencia lo que se está cuestionando, sólo que en esta caso el tema de fondo no es el que aparece en la superficie. Debajo de la alternativa de Lavilla de “mandar al diablo a la izquierda y atreverse a gobernar” no está como cuestión esencial la enseñanza religiosa, el divorcio o las prebendas de la Iglesia, sino la exigencia planteada por Haig al día siguiente de tomar posesión de su cargo, de que “se establezca inmediatamente un calendario para el ingreso en la OTAN”. Calendario que la línea de consenso hace imposible fijar, al menos con la premura que impone el nuevo secretario de Estado. Detrás de la tormenta de UCD no están, con más precisión no están principalmente, las sotanas sino las boinas verdes. Continúe o cese Suárez, va a salir del Congreso con un mandato rotundo: “Se acabaron las demoras, cueste lo que cueste en moneda consensual, hay que fijar día y hora para la entrada en la OTAN”.

Con Suárez, o su sucesor, comprometido en otra línea y Carrillo paralizado, al menos momentáneamente, por una quinta columna prosoviética, el mecanismo sobre el que se ha asentado el funcionamiento político durante estos años está roto. La transición, tal y como la conocemos, está acabando. Va a comenzar otro periodo, se va a iniciar otra “transición”. ¿Hacia dónde?

Tres triples crisis

Para contestarnos a esta pregunta hemos de responder antes otras. ¿Cuáles son las causas de que los inventores del artefacto prescindan de él? ¿Por qué en UCD y PCE se producen movimientos parejos, dirigidos a acabar con el actual sistema de relaciones entre los principales partidos parlamentarios?

Existe en primer lugar una razón evidente, estos dos partidos junto con el PSOE vienen arrastrando una triple crisis, que cada mes, cada semana, crece y se agudiza más, crisis de orientación y de línea, crisis de militancia y de cuadros, y crisis de apoyo electoral y de capacidad de control sobre las masas.

En el último año y medio, los tres partidos han ido de fracaso en derrota, en las consultas electorales que han convocado en Euzkadi, en Catalunya y en Andalucía, han perdido cientos de miles de votos. UCD ha quedado situada en los tres sitios como una fuerza de tercer orden. El PCE ha perdido más de las dos terceras partes de sus militantes, y en cuanto a militantes el PSOE ya no es más que una maquinaria burocrática de unos cuantos miles de cuadros felipistas. No pasa una semana sin que alguna agrupación del PSOE o el PCE no plante cara y acabe por ser expulsada. Existen pocos precedentes de un deterioro tan rápido y tan profundo como el que estas fuerzas están sufriendo en los últimos años. En cinco años las consultas electorales en España han alcanzado un extraño primer puesto: se trata del país, con enorme diferencia, con un mayor grado de abstención.

Y es que toda la transición ha estado montada sobre un modelo, el que ahora se rompe, que sobre el papel era perfecto, se trataba de repetir la operación de la puesta en marcha de los Regímenes democráticos de las burguesías monopolistas de Europa Occidental –contando como fuerza esencial con el consenso entre UCD-PSOE-PCE-. Pero que no contaba con tres factores: el mundo capitalista no vive como entonces un momento de expansión económica, sino que atraviesa la mayor crisis de su historia; la situación internacional no viene marcada por la relativamente larga fase de paz bajo la hegemonía estadounidense, sino que estamos en puertas de una guerra mundial, USA está en repliegue y la URSS en expansión; y por último la situación de las clases sociales en España no puede de ninguna manera asimilarse a la que en el resto de Europa impusieran sus poderosas burguesías monopolistas. Estos tres “pequeños” datos con los que no contaban los programadores de la transición española son los que han quemado, en un breve espacio de tiempo, a los partidos que ha querido sostener el modelo, y esas son las causas esenciales de las tormentas actuales en el PCE y la UCD. Pero existe aún otra razón para que el proceso de desintegración haya adquirido tanta celeridad.

Firmes arr!

Y esa razón hay que buscarla fuera del ámbito de estos partidos y del espacio donde desenvuelven su actividad. Nadie que analice una crisis política, un cambio de gobierno, o siquiera una sustitución ministerial en la Europa de finales de los años treinta, puede abstraerla de la situación de la guerra que se daba entonces en el continente. Abstraer hoy cualquier movimiento político de la situación prebélica en la que ha entrado todo el planeta sería aún más insensato.

Tanto Washington como Moscú se han abocado a una dinámica de ordenación general de sus fuerzas, y los movimientos de una u otra superpotencia se concentran en colocar en orden de combate sus peones. “Autonomías”, ensayos y filtreos que hace unos años se dejaban pasar hoy son intolerables.

Tanto Reagan como Breznev están comenzando a alinear sus peones sobre España. Uno exige la entrada de España en la OTAN, y la preparación de la sociedad española para los sucesos que se avecinan. Y para ello es necesario “un gobierno fuerte y leal” sin ambigüedades socialdemócratas ni ensayos de entendimiento con el eurocomunismo. El otro necesita también agrupar sus fuerzas, ya no se trata de la lenta tarea de infiltración hay que presentar batalla y pararle los pies a unos dirigentes del PCE que denuncian los sucesos de Afganistán y Polonia, y que dicen que hoy una palabra tan importante como la del socialismo en libertad es la de independencia para España. Uno necesita crear la situación interna que haga posible introducir rápida y plenamente a nuestro país en su maquinaria de guerra. El otro disciplina su quinta columna que facilite la futura ocupación de España.

¿Hacia dónde?

Si la primera transición se ha dado con el beneplácito yanqui y tenía por objetivo consolidar el régimen monárquico, y con él el dominio de la oligarquía financiera y la subordinación a Estados Unidos, en la segunda, que ahora comienza, Washington va a movilizar todos sus recursos y va a utilizar todos los medios para conseguir que España sea un fortín militar a su servicio, y va a intentar con cualquier método aplastar lo que se le oponga. A la vez el socialimperialismo soviético va a tratar de infiltrarse de forma mucho más agresiva, intentando aprovechar la resistencia a los planes yanquis para confundir a las masas populares y ganarse el control sobre distintas organizaciones y partidos, entre los que CCOO, el PCE y los partidos independentistas van a ser sus fuerzas más codiciadas.

Este es el “adónde” quieren dirigirnos las dos superpotencias, una segunda transición hacia la guerra, la ocupación militar y la pérdida de la libertad, la soberanía y la independencia.

Toda la voluntad, la energía de cada trabajador consciente, de cada estudiante, de cada demócrata, de cada compañero del PCE y del PSOE, tiene que concentrarse en que no sea ese el desenlace del destino de nuestro pueblo.

Promover la defensa de la paz, la neutralidad y la independencia para España indisolublemente unidos a la defensa de las libertades democráticas para nuestro pueblo es la tarea que tenemos que coger desde hoy en nuestras manos, en las manos de cada mujer y de cada hombre de nuestro país. Ese es hoy el centro de gravedad de toda la actividad de nuestro partido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies